Prensa PSUV.- Hoy se cumplen 58 años de una de las manifestaciones de repudio y antiimperialismo más importantes del pueblo venezolano, la escenificada contra el trigésimo séptimo presidente de Estados Unidos (EEUU), Richard Nixon, quien fue realmente acorralado por la protesta popular y cuyos hechos estuvieron a punto de justificar una intervención armada sobre Venezuela, lanzando tropas aerotransportadas desde Puerto Rico (paracaidistas) que tomarían por asalto el Palacio de Miraflores sino se tomaban medidas contra estos manifestantes y se controlaba la situación.
Hasta principios del siglo XX los viajes y giras de los presidentes norteamericanos a los países de América Latina eran escasos, establecían contactos exclusivamente con las oligarquías, que acudían en coro a mendigar favores y pedir apoyo para que los mantuviesen en el poder y se realizaba al margen de las masas, que sin protagonismo alguno presenciaban desde las gradas las actitudes serviles de los gobernantes nativos. Pero esa situación se modificó con la profundización de los procesos políticos en la región.
El martes 13 de mayo de 1958 llegó de visita a Venezuela el entonces vicepresidente de EEUU, Richard Nixon. Ese día hubo dos ataques: en la mañana y al mediodía, la limosina Cadillac en la que transportaban al vicepresidente de los EEUU y al canciller García Velutini, fue atacada por los manifestantes que esperaban al visitante desde su arribo en Maiquetía así como a lo largo de la avenida Sucre. En la noche, cuando el presidente de la Junta de Gobierno, contralmirante Wolfgang Larrazabal, regresaba a Miraflores después de entrevistarse con Nixon en la sede de la embajada de los EEUU, situada en la La Florida, un grupo atacó con piedras la limousina Cadillac en la que se trasladaba Larrazabal. Nixon es recibido por las manifestaciones más violentas que se hayan visto en Caracas: se salva milagrosamente, como él lo confesará en su libro Seis crisis. La tensión llega a tal extremo que hay amenazas de invasión por los marines.
Días después de la visita de Nixon, renuncian a la Junta Eugenio Mendoza y Blas Lamberti, y sus puestos son ocupados por Edgar Sanabria y Arturo Sosa.